Cierro los ojos y vuelvo a la mesa
mágica, a esa mesa número siete, a ese lugar de ensueño donde dejarse ir entre
notas de blues por hermoso paisajes sonoros…navegar entre olas espumosas, tocar
la guitarra bajo la sombra de un frondoso árbol…sentir esa conexión mágica que
en palabras sería inexplicable. Pasar la tardenoche entre blues, copas, palabras, silencios de a rato buceando en
nuestros propios yo, sintiendo que la soledad de cada uno se aparca por un rato y al amanecer, cansada pero feliz,
despedirnos hasta otra tarde de blues, de encuentro y de notas celestes
transitando nuestro universo.
Echo de menos esas tardes, esos
blues, a Betina y a vos.